Hoy en día, todo el mundo presume de ser “self-made” o crearnos a nosotros mismos? Desde influencers hasta estrellas del pop, pasando por youtubers y CEOs de Silicon Valley, todos quieren convencernos de que el éxito se forja con sudor, sin herencias ni palancas externas. Y ahí es donde entra Willow Smith diciendo que su trayectoria no tiene nada que ver con Will o Jada. ¿Será verdad? ¿O es parte de nuestro deseo colectivo de creernos arquitectos absolutos de nuestra propia vida?
1. El mito del mérito puro
“Si te esfuerzas, lo consigues. Punto.”
Rocky Balboa. El boxeador de Filadelfia no tiene padrinos ni conexiones en la mafia; sólo entrena en un gimnasio de barrio y lucha por un título mundial. Su historia nos vende justicia poética: el esfuerzo impune triunfa.
En la realidad, muy pocos empiezan en la cuerda floja. Aun así, abrazamos esa narrativa porque nos reconforta creer que la cancha está nivelada.
2. Necesidad de agencia* y autoestima
Sentir que nuestras decisiones marcan la diferencia.
Elle Woods en “Legalmente Rubia”. Nadie le daba una oportunidad, pero eligió Harvard y derribó prejuicios. Al final, Elle se ve a sí misma como creadora de su propio destino, lo cual refuerza su autoconfianza.
Declarar “esto lo hice yo” es un refuerzo psicológico que sube tu “score” interno de valía y capacidad.
*La “necesidad de agencia” es nuestro deseo de sentirnos autores activos de nuestra historia, y no meros espectadores o víctimas de las circunstancias.
3. La cultura de las redes sociales y el branding personal
Todo es contenido; todo es “look at me”.
Kylie Jenner. Acumuló millones no sólo por ser la hija de, sino por mostrar cada paso de su imperio de cosméticos: unboxing, tutoriales, memes. Su marca es una extensión de su “yo” digital.
Las plataformas nos empujan a etiquetarnos como “self-made” (crearnos a nosotros mismos) porque ese claim aumenta tu engagement y tu valor de marca (literalmente).
4. Sesgo de atribución
Atribuimos nuestros éxitos al talento y nuestros fracasos a la mala suerte; en los demás es al revés.
Taylor Swift. Cuando Taylor lanza un hit, lo atribuye a sus habilidades de compositora y a su “work ethic”; nunca dice “gracias al productor X o a la discográfica”. Pero cuando recibe críticas, habla de “una mala promoción” o de “un timing desafortunado”.
Al reivindicar ser “self-made o crearnos a nosotros mismos, invertimos el sesgo: pedimos que nos vean por lo que hacemos y no por los palcos VIP a los que tenemos acceso.
5. Ejemplos en otros ámbitos
- Emprendedores: Mark Zuckerberg insiste en que Facebook nació en “un dormitorio de Harvard”, como si no hubiera abogados, inversores ni equipos de PR detrás.
- Artistas: Drake presume de “empezar en las batallas de rap de Toronto”, aunque luego cada álbum lo produce un ejército de compositores y productores.
- Deportistas: Cristiano Ronaldo habla de “sacrificio y horas en el gimnasio” como si el cuerpo perfecto no viniera con el mejor staff médico y nutricionista.
Estos ejemplos nos muestran que, aunque siempre haya apoyos y palancas, preferimos creer en el relato del “héroe que lucha solo” porque nos conecta con un ideal de libertad personal y superación.
El impulso de “crearnos a nosotros mismos” es una mezcla de deseo psicológico (querer sentirnos valiosos), cultural (adorar el mérito) y comercial (vender tu marca personal). Y, aunque Willow Smith algo de razón tiene al reivindicar su talento, es sano reconocer que en el juego del éxito siempre hay cartas marcadas. Lo interesante es entender cómo usamos estos mitos para narrarnos y para conectar con quienes nos siguen.