Cuando entré a la universidad en 1996, Kodak era la marca posicionada en mi mente y en el de muchas personas cuando decidíamos capturar nuestros momentos para la posteridad con una cámara de aficionado o tal vez una Reflex. Todos teníamos por lo menos una cámara Kodak en nuestro cajón. Con el eslogan “Presione un botón, nosotros hacemos el resto”, George Eastman le dio al mundo en 1889 la primera “Brownie” que usaba rollo fotográfico de acetato en lugar de papel. Con ello, convirtió un proceso complejo en algo más útil, divertido y de uso masivo.
Aprendí a revelar película en blanco y negro. El proceso es increíble, parece casi mágico y es todo un arte entenderlo y controlarlo para lograr diferentes resultados como conseguir el contraste ideal, el encuadre, la nitidez; todo lo que se podía hacer con Photoshop versión 4.0, lo difícil en todo caso era escanear la fotografía para digitalizarla y posteriormente editarla e imprimirla. Nos complicaban la vida porque había que calibrar el escáner, decidir la resolución de escaneo y la resolución de salida, el formato final, recortar la imagen si era necesario, en fin, variables importantes para tener una imagen digitalizada de nuestra foto preferida. Obvio, los que disfrutábamos de llevar a cabo estos procedimientos, comprendíamos la complejidad pero sabíamos cómo abordarlo y conseguir el producto final. El usuario promedio que no está interesado en lo complicado, pero sí lo simple, lo sencillo, estaba limitado a comprar una cámara de aficionado ó regular con película de 35 mm en color o blanco y negro, y revelar sus fotos en la tienda más cercana. El control del color, el encuadre -muchas veces-, el enfoque y otros factores quedaban a cargo del operador del minilab.
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Hay dos negocios que me impresionan por el crecimiento que han tenido desde hace diez años. Uno es el sector de telefonía celular y el segundo es el de la fotografía digital. Los dos sectores han crecido de una manera tan dinámica porque desarrollaron productos para la base de la pirámide, no sólo la clase media, los profesionales o los que buscan productos sofisticados. Hoy en día tener una computadora es más fácil, comprar un teléfono celular con cámara o una cámara digital no representa conflicto, aún para las clases de menor poder de compra. En diez años hay más gente dispuesta y deseosa de conectar su dispositivo a la computadora e imprimirla en su impresora con calidad fotográfica. Hay equipos tan simples que no requieren conocer demasiado de fotografía o cómputo, y equipos más sofisticados en características y precio. Ahora no es difícil tomar una foto e imprimirla nosotros mismos o hacerlo todavía con un operador de fotografía digital. Lo interesante es que ahora si queremos comprar una cámara digital, la complejidad radica en decidir cuántos Megapixels queremos en nuestra cámara. El acto de comprar rollos de película suena cada vez más obsoleto, retro, antiguo, incómodo, poco realista si queremos ver de inmediato las fotos de las vacaciones o la boda del fin de semana.
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Kodak era líder en cámaras fotográficas y rollos de película tradicional. Ahora hay varios modelos de Sony, Canon, HP, Samsung, en cualquier tienda departamental y de Kodak tan solo unos cuantos. Los primeros cuatro no eran potencias en fotografía y ahora lo son. Un crecimiento dinámico en la industria fotográfica digital. La gente que no quiere invertir en una cámara digital puede optar por un teléfono celular con cámara de menos de 2 Megapixels y así no quedarse fuera de este movimiento, en su mayoría impulsado por jóvenes quienes están abiertos a las nuevas tecnologías.
Este artículo se realizó con el apoyo de Antonio Silahua, ex-empleado de Kodak que reconoce su liderazgo en la industria fotográfica por muchos años, y su descuido en el mercado de fotografía digital por más de 10 años, siendo desplazada por esas marcas que hoy dominan el mercado.
El caso Kodak
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