Los temas importantes que discute la minoría en México son de temporada. Se reciclan en un periodo corto hasta que llega otro tema trascendental, aparecen notas por kilos en los periódicos, se discute en mesas políticas, a través de artículos los analistas intentan su trabajo de fomentar la reflexión, los noticieros revelan “la última neta” en sus lights minutos al aire, y así se va todo, en el desgaste y olvido.
Los que están involucrados le siguen dando, pues finalmente su chamba manda o sus intereses. La impresión es de que el tema se va pulverizando y como en una transición, deja ver poco a poco el siguiente que acaparará las pláticas de sobre mesa, al menos de algunos de nosotros.
No importa que opinemos. Finalmente si no estamos en el momento y lugar adecuado no pasará algo. Sí será benéfico a favor de algunos involucrados que supieron mover sus cartas, mientras otros seguirán jodidos. Lo que pasa en los medios en relación a la Reforma Energética es todo esto que vengo divagando. Se diluye cuadro a cuadro pasando sutilmente a otra cosa.
Me asalta la pregunta -¿Por qué no se discuten también de manera enérgica los otros temas igual de básicos; por qué los hacen de menos?, qué tal la producción de energías alternativas, algunas con planes estratégicos corriendo, como el gobierno dice. Se ha hecho teatro entre los que están a favor de darle entrada a empresas privadas para rescatar el tesoro mexicano, y los que están en contra, argumentando que no se puede dar pasos en reversa para volver a lo de la privatización.
Desde hace tiempo empresas privadas fueron contratadas para darle servicio a Pemex. Eso no es nuevo, pregúntenle a Mouriño o a Slim. Todos hemos escuchado o leído del éxito en otros países por permitir que la iniciativa privada invierta para hacer crecer la industria petrolera principalmente en extracción profunda y petroquímica. ¡Ah! Pero no contaban con la astucia de Mexiquito. Entre los sindicatos y su corrupción –con casos conocidos- que impera dentro de este Pemexgate, los discursos nacionalistas o patrioteros siempre a favor de México y los mexicanos, porque Pemex es nuestro, tienen al petróleo tan quemado como discusiones ociosas existen.
Los políticos se indignan ante la cerrazón de sus iguales que sólo dan falacias por argumentos, cuando sus motivos son cuestionados por impedir dicha reforma. Los conductores en un arranque de patriotismo exacerbado y profundidad intelectual se declaran en contra de la privatización, pero critican las acciones de las retro-adelitas, y de la mente mesiánica detrás de ellas. Analistas dibujan el verdadero panorama. Otros de sus colegas revelan que eso es incorrecto, no es real, pero que ellos sí dan con lo que pasa o debería hacerse; redibujan el alcance y magnitud. Los más intrépidos lanzan a la luz “el efecto popote gringo”. ¿Quién será el que ponga orden y permita rescatar ese tesoro escondido antes de que se oxide?
Afortunadamente para los políticos la mayoría de las masas no tienen memoria. Si se llegaran a equivocar hoy –dios no lo permita- mañana se puede echar reversa y tomar la alternativa. Dichoso Mexiquito que es muy rico en opciones múltiples con un margen de error aceptable. Así que si al final queda una Reforma al 100% o una mini Reforma, qué más da. La cosa es perforar el popote gringo o taparlo para que no nos joda más de lo que sus catarritos nos hacen mella.
Mientras el cinismo y sarcasmo retozan, ¿Qué onda con la energía heólica, hidraúlica, solar, la que se produce por hidrógeno, la que está basada en el maíz o la caña? No soy tan ingenuo para creerme que mañana la economía mundial ya se divorció del petróleo, pero si las reservas se esfuman más rápido que la duración de las discusiones, me temo que seguiremos con nuestra realidad chafa. Unos cuantos la gozan, y algunos otros escribimos un nuevo post en el blog que casi nadie lee.
Comments on this entry are closed.